Buenos días, Pandas:
Hoy vamos a contaros el secreto del Panda barbudo. El otro Panda con barba que había en la fiesta de los niños no era un impostor, ¡sino mi tatatarabuelo Pan Lee!
Se había dado cuenta durante el entrenamiento en la terraza del castillo de que en la habitación de Paul el niño entraban un montón de Pandas y de que salían después con una sonrisa en la cara. Y eso despertó su curiosidad. Tenía que saber qué era más emocionante que un entrenamiento de Kung Fu.
Aprovechó el momento en que no había nadie en la terraza para subir la escalera hacia la habitación de Paul el niño. Ya estaba casi en la puerta, estaba echando un vistazo y de repente notó cómo alguien lo agarraba por el hombro. Adoptó una postura de Kung Fu, estiró las manos y levantó la pierna hacia arriba.
Seguro que fue muy gracioso. Hasta el portero, que es súper serio, se echó a reír, pero al final no le dejó entrar en la fiesta de los niños: “Sorry, solo pueden entrar los Pandas pequeños”. Eso le sentó fatal a Pan Lee. ¡¿¡¿Tiene 100 años y no le dejan entrar en una fiesta?!?!
Pero él ya conocía el truco para hacerse diminuto, así que fue a meterse en la máquina de la cueva. ¡Krach! ¡Boom! Dos segundos después se había convertido en un pequeño maestro del Kung Fu… con barba, pero lo suficientemente pequeño como para tener acceso a la fiesta. El portero le había hablado de tamaño, no de edad.
Cuando les contamos la historia a los demás Pandas de la fiesta, se sintieron muy aliviados. ¡Pasaron de hablar bajito a reír a carcajadas! ¡Fue genial!
Que os vaya bien
Ella y Max
Hoy vamos a contaros el secreto del Panda barbudo. El otro Panda con barba que había en la fiesta de los niños no era un impostor, ¡sino mi tatatarabuelo Pan Lee!
Se había dado cuenta durante el entrenamiento en la terraza del castillo de que en la habitación de Paul el niño entraban un montón de Pandas y de que salían después con una sonrisa en la cara. Y eso despertó su curiosidad. Tenía que saber qué era más emocionante que un entrenamiento de Kung Fu.
Aprovechó el momento en que no había nadie en la terraza para subir la escalera hacia la habitación de Paul el niño. Ya estaba casi en la puerta, estaba echando un vistazo y de repente notó cómo alguien lo agarraba por el hombro. Adoptó una postura de Kung Fu, estiró las manos y levantó la pierna hacia arriba.
Seguro que fue muy gracioso. Hasta el portero, que es súper serio, se echó a reír, pero al final no le dejó entrar en la fiesta de los niños: “Sorry, solo pueden entrar los Pandas pequeños”. Eso le sentó fatal a Pan Lee. ¡¿¡¿Tiene 100 años y no le dejan entrar en una fiesta?!?!Pero él ya conocía el truco para hacerse diminuto, así que fue a meterse en la máquina de la cueva. ¡Krach! ¡Boom! Dos segundos después se había convertido en un pequeño maestro del Kung Fu… con barba, pero lo suficientemente pequeño como para tener acceso a la fiesta. El portero le había hablado de tamaño, no de edad.
Cuando les contamos la historia a los demás Pandas de la fiesta, se sintieron muy aliviados. ¡Pasaron de hablar bajito a reír a carcajadas! ¡Fue genial!
Que os vaya bien
Ella y Max
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